jueves, 3 de julio de 2014

8. ¿EL BIBLIOTECARIO BAJO LA LLUVIA?

El escritor Juan Villoro fue invitado por Sandra Félix, de la Compañía Nacional de Teatro, para preparar una obra teatral fuerte para la inauguración, en el año 2013, del Foro Polivante “Antonieta Rivas Mercado” de la Biblioteca de México “José Vasconcelos”, que por entonces aún nombraban “La Ciudad de los Libros”.
Además, con la obra de Villoro se proyectó iniciar la colección de dramaturgia de la Editorial Almadía.  De esta manera, se terminaron de imprimir cinco mil ejemplares de un pequeño volumen de 61 páginas a fines de mayo de 2013.
Al respecto de su obra, dijo Villoro que “el protagonista del monólogo es un bibliotecario, entonces es una reflexión sobre los libros”, a lo que agregó más tarde una sentencia tan críptica como que “mientras haya la necesidad de que los libros pasen de mano en mano, mientras las manos de los lectores sean importantes como un vínculo afectivo e intelectual entre los que van tejiendo el camino de la lectura, los bibliotecarios serán imprescindibles”. O sea, que habrá bibliotecarios mientras haya lectura y lectores.
El resultado de la labor creativa de Villoro fue Conferencia sobre la lluvia, que es un monólogo con un personaje único que fue caracterizado por Diego Jáuregui, de la Compañía Nacional de Teatro, desde el estreno el 28 de agosto de 2013, y que ha tenido hasta tres temporadas en la ciudad de México, además de presentaciones en Coahuila en mayo de 2014.
La recepción de esta obra fue diversa ante los ojos de quienes la leyeron o vieron, pues unos consideraron que el personaje era sólo un bibliotecario (el propio Juan Villoro y Fernando García Ramírez), o bien un bibliotecario:
  • que ha perdido sus papeles, la compostura..., el guión de su vida (Profética)
  • que conoce los secretos de los libros, ha leído en ellos historias que le han marcado para siempre, y admite la posibilidad del encuentro amoroso en el azaroso intercambio de los volúmenes que habitan una biblioteca pública... (Juan Hernández)
  • que se confiesa (Sandra Félix)
  • que es conferencista (CONACULTA)
En la cuarta de forros del libro nos dice que el personaje es un conferencista protagonizado por un bibliotecario. Por su parte, Mónica Maristain vio que el personaje es alguien que habla sobre un bibliotecario que revalora la palabra escrita.
La lectura del texto publicado por Almadía y esta dispersión de sentidos en quienes también leyeron o vieron la obra, nos lleva a preguntarnos cuál es la imagen del bibliotecario que expresa la Conferencia sobre la lluvia de Villoro.
Una primera lectura del texto nos aclara que el personaje es un lector contumaz que se niega a reconocerse como escritor en ciernes, pero que afirma ser un bibliotecario y hace esfuerzos a lo largo del texto para mostrar que esa es su identidad. Su monólogo alterna descripciones de la biblioteca en la que trabaja –que no parece ser una biblioteca pública, pues tiene una “Sección de Textos Restringidos”– y su biblioteca personal. También se alternan las actividades de leer y ordenar o clasificar, con preponderancia de la primera, que parece consumir todo su tiempo.
Este presunto bibliotecario obtuvo el trabajo en la biblioteca como un favor de un personaje público, aunque no parece tener el menor interés en el acervo ni en los usuarios, pues sólo le interesa leer, incluso cuando tiene junto a él una cubeta donde caen las gotas de lluvia que se cuelan por las grietas del techo.
Dejando de lado al personaje que describe su biblioteca personal, y limitándonos al trabajador de la biblioteca institucional, encontramos un discurso que oscila entre el orden y el caos: El orden que impone la ubicación, clasificación y ordenación de los libros, como opuesto al caos de la vida del bibliotecario-no escritor.
El monólogo inicia con una situación de descomposición del estado ordenado para adentrarnos en el caos, que se expresa de modo confesional, como si el personaje nos declarara lo que le ocurre. El pretexto para hacerlo es la pérdida de los papeles para dar una conferencia y el hablar y hablar por hablar.
En todo momento se muestra el personaje como un conocedor de la literatura, más que como un bibliotecario, quizá por su condición de haber recibido el trabajo bibliotecario como una dádiva –como a menudo ocurre– o porque el narrador no conoce muchas bibliotecas institucionales por dentro, sino sólo como usuario.
Algunos rasgos de la prosa que usa Villoro son memorables, pues su texto abunda en aforismos. Tenemos así que “incluso los libros distantes o inconseguibles ocupan un anaquel imaginario” o que “una biblioteca es un banco de ojos. Aquí están las miradas que han donado los lectores”.
Pero, ¿qué imagen nos da esta obra del bibliotecario? La de un sujeto lector, sólo preocupado por ordenar y clasificar, para poder ubicar los libros, pero ajeno a su realidad, por lo que su vida es un caos, y alejado de las personas, y metido en las rutinas, y más parecido a un bibliómano por las continuas referencias a su biblioteca personal.
Viéndolo bien, más parece que Conferencia sobre la lluvia trata de un escritor en ciernes (quizá eternamente en ciernes) en vez de ser sobre un bibliotecario, tal vez debido a una traición al subconsciente.