domingo, 18 de agosto de 2013

6. UN SONETO EXTRAÑO


Homenaje a Darío
Entre los artistas y los intelectuales, es fácil encontrar obras que se dedican unos a otros. Así, el poeta nicaragüense Rubén Darío (1867-1916) dedicó algunos de sus versos a Amado Nervo, Amy V. Miles, Antonio Machado, Bartolomé Mitre, Catulle Mendès, Emilio Ferrari, Juan Ramón Jiménez, Leopoldo Lugones, Salvador Díaz Mirón y a otros.
Uno de esos poemas es un soneto que dedicó Darío al médico y escritor argentino Francisco Anselmo Sicardi (1856-1927) para hacer referencia a su saga novelística llamada Libro extraño.
Darío nombró este soneto Libros extraños, y su texto es el siguiente:
Libros extraños que halagáis la mente
en un lenguaje inaudito y tan raro,
y que de lo más puro y lo más caro,
hacéis brotar la misteriosa fuente;
inextinguible, inextinguiblemente
brota el sentir del corazón preclaro,
y por él se alza un diamantino faro
que al mar de Dios mira profundamente...
fuerza y vigor que las alas enlaza,
seda de luz y pasos de coloso,
y un agitar de martillo y de maza,
y un respirar de leones en reposo,
y una virtual palpitación de raza;
y el cielo azul para Orlando Furioso...

Este soneto ha sido calificado de tema ocasional por quienes estudian la producción poética dariana. No obstante, se trata de un elogio a la obra, más que al autor, lo cual se aclara cuando leemos la autobiografía de Dario, en la que apuntó, respecto a su residencia en Buenos Aires, lo que vemos a continuación:
Francisco A. Sicardi
Tres amigos médicos tuve, que fueron alternativamente los salvadores de mi salud. Fue el uno el doctor Francisco Sicardi, el novelista y poeta originalísimo, cuya obra extraordinaria y desigual tiene cosas tan grandes que pasan los límites de la simple literatura. Su Libro extraño es de lo más inusitado y peregrino que haya producido una pluma en lengua castellana.
Sicardi publicó Libro extraño en cinco volúmenes entre los años 1894 y 1902. Esta saga novelística es una alegoría de las luchas de poder que ocurrían en Argentina en el último tercio del siglo XIX, para lo cual el autor se valió de escenas costumbristas de un naturalismo que aún es tema de estudio. Se ha especulado que Sicardi volcó en esta obra su experiencia como médico en los suburbios de Buenos Aires. Como añadido, Griselda Gugliara (2004) ha apuntado lo siguiente sobre Libro extraño:
Sicardi invita al lector a participar de un juego intertextual que lo contacta con los espacios privados cotidianos y, a la vez, con los grandes movimientos literarios y filosóficos que moldearon el pensamiento moderno.
La manera como se expresó Darío de esta obra en su soneto es un asunto que aún falta aclarar, pues encontramos en el mismo que se refiere a Libro extraño indicando que usa un "lenguaje inaudito y tan raro", para luego afirmar que de esta obra brota un origen arcano desde lo que nos es más valioso.
La cuarteta con los versos 5-8 es muy bella, pues en ella se refiere al posible origen de la obra, indicando que desde un admirable corazón se alza la visión para mirar a profundidad la existencia, a la que llama metafóricamente "mar de Dios".
Los dos tercetos que abarcan los versos 9-14 juegan con la conjunción para encadenarse de un modo admirable y presentan dos conceptos opuestos con varias imágenes metafóricas:
  • Fuerza y vigor, en el primer terceto, y
  • Paz y buena fortuna, en el segundo.
Este soneto fue publicado como parte del poemario El canto Errante (1907), y se le omitió en las obras completas (1917). Además, cuando se publicó en el periódico La mañana (27 jul. 1910), de Cartagena, presentaba variaciones de llamar la atención, pues pudo haberlas introducido el autor.
Manuscrito en la ASU
En 2011, la casa de subastas madrileña El Remate anunció que pondría a la venta 900 documentos manuscritos de Rubén Darío el 22 de diciembre de ese año. Esta colección se consideró tan importante y despertó tanta controversia -incluso señalamientos de que ya estaban publicados y acusaciones de que se trataba de falsificaciones- que la Universidad Complutense de Madrid, donde está el Seminario-Archivo Rubén Darío, intervino para dar su parecer y autentificarlos.
Los manuscritos fueron considerados por la Universidad como “no malos”, indicando que pertenecen a una época de la vida de Darío en la que el poeta consumía mucho alcohol, por lo que su caligrafía muta considerablemente en función del estado de ánimo con que escribía.
Poco antes de la esperada subasta, el dueño de la colección decidió que no se arriesgaría a obtener un monto inferior al que requería, por lo que se canceló la puesta en venta por este medio. Al año siguiente, esta colección fue adquirida por la Arizona State University (ASU), en Estados Unidos.
En esta colección de manuscritos está un presunto borrador del soneto Libros extraños, que tiene una indicación al inicio de que es una versión casi prosada; además, trae la rúbrica del autor al inicio y al final del texto. Lo realmente interesante de esta versión tiene que ver con las diferencias que presenta respecto a las versiones publicadas en El canto errante y el periódico La mañana, sobre todo la correspondiente al verso 13, que en el manuscrito dice lo siguiente:
   y una virtual palpitación de caza
mientras en la versión impresa dice:
   y una virtual palpitación de raza.
Esto es muestra del momento de la construcción artística, cuando el autor estaba creando la oposición que en definitiva muestran los dos últimos tercetos, tal como indicamos antes.
Esta loa a la obra cumbre de Sicardi, comparándola con el Orlando furioso de Ariosto, tuvo como contra la crítica más feroz, pues Libro extraño fue la más incomprendida producción sicardiana, como puede notarse en el parecer de Lugones, quien se expresó de ella calificándola como "una cosa informe e inmensa... sin plan ni selección"; Napolitano escribió que tuvo un "plan deficiente"; Posadas la acusó de desorganización; y Ara la llamó "obra multiforme, caótica, abigarrada".
Extraño soneto es este de Darío, quien en su época pareció ser el único que pudo apreciar a Sicardi, dejando para la posteridad este hermoso canto a los libros extraños.

domingo, 11 de agosto de 2013

5. ANTIGÜEDADES MODERNAS

En el coleccionismo, se hace mención de las antigüedades modernas para referirse al interés arqueológico en la cultura material que mostraron los románticos, desde el siglo XVIII, y que les llevó a reunir objetos de la Edad Media y el Siglo de Oro . De esta manera, se distinguieron las piezas de esas épocas de las antigüedades griegas y romanas, para las que había otro tipo de coleccionistas.
Por otra parte, se ha acuñado el nombre "antigüedades contemporáneas" como categoría que conjunta los objetos producidos desde fines del siglo XVIII hasta la primera mitad del siglo XX, los cuales despiertan el interés de otro grupo de coleccionistas que andan a la búsqueda de las piezas de este período, además de que los objetos de época ya son parte de museos.
Tenemos que las fronteras entre estas tres categorías son difusas, lo cual resulta de las continuidades y las influencias que son comunes en la cultura material. Además, hay objetos que escapan a esta periodización, como los libros, aunque en algunas ocasiones se les pretende ubicar, o se les instala, en alguna de estas categorías.
Cuando habíamos conocido la existencia de esta distinción entre las antigüedades, las antigüedades modernas y las antigüedades contemporáneas y llegamos a comprender cómo funciona la misma en el mercado del coleccionismo, con sorpresa descubrimos otra noción de "antigüedad moderna" que fue consignada, a manera de un pequeño cuento, por Marco A. Almazán.
Libro donde viene Antigüedades modernas
Es tan curioso este relato de Almazán, que lo transcribo a continuación:
Nueva York – Sófocles Papadópulos es un comerciante griego propietario de una lujosa tienda en la Tercera Avenida, con la cual dice haber ganado más de un millón de dólares. Don Sófocles es nada menos que fabricante de antigüedades, giro que por lo visto deja muchísimo en los Estados Unidos.
-Viniendo del extranjero – me dijo el señor Papadópulos ofreciéndome asiento en una silla Chippendale, recién salida de su fábrica en Nueva Jersey- le asombrará a usted que me dedique a la fabricación de antigüedades, ¿no es verdad?
- Lo que me asombra es que no esté usted en la cárcel – le repuse-. Si en México se pusiera usted a fabricar y a vender ídolos mayas, o cerámica del Horizonte Preclásico de Chupícuaro, la tienda no le duraría mucho tiempo abierta, a menos, claro está, que tuviera usted influencias oficiales…
- Aquí tampoco, si no fuera porque advierto muy claramente que soy fabricante de antigüedades. En ningún momento lo oculto, ni al público ni a las autoridades. Lo malo sería que fabricase yo clandestinamente los objetos y después pretendiera pasarlos como antigüedades traídas de Oriente o de Europa.
- De cualquier manera – insistí -, ¿no está usted vendiendo imitaciones?
- ¡No, señor! Por eso advierto que soy fabricante original de antigüedades. En esta forma nadie puede llamarse a engaño. Y así complazco a un numeroso sector del público neoyorquino, al que le gustan las cosas modernas.
- ¿Incluyendo las antigüedades?
- Claro está. El pueblo norteamericano es un pueblo joven, pujante y vigoroso, amante del progreso y de los últimos modelos de todas las cosas. Sin embargo, al alcanzar determinado nivel económico, las normas sociales le exigen que tenga alguna antigüedad en su casa, como signo de cultura y refinamiento.
- Ya veo. Y naturalmente, la “antigüedad” moderna le sale más barata que la antigua.
- No siempre. Yo cobro mucho más por una antigüedad hecha de plástico, digamos una vajilla, que por una de porcelana de Sévres. El cliente paga por el valor utilitario de la pieza. La vajilla de plástico no se rompe así como así, y consecuentemente puede usarla las veces que le dé la gana y lucirla ante sus amistades. En cambio, la de porcelana… Tenga usted en cuenta que aquí los símbolos de cultura sirven principalmente para exhibirlos ante los vecinos, parientes y amigos. Y enemigos, como es natural. Pero si de paso puede sacárseles provecho, tanto mejor.
El señor Papadópulos se dirigió a un anaquel y bajó una delicada cajita de música.
- Mire usted que preciosidad. Austriaca, fines del siglo XVIII. Repare en la finura del decorado. Ábrala usted.
La abrí, y en vez de escuchar el clásico “minuet” que esperaba, oí el anuncio de un dentífrico muy popular. Dentro de la cajita estaba instalado un aparato de televisión en miniatura.
- ¿Qué le parece? – me preguntó sonriendo el señor Papadópulos -. ¿No cree usted que el cliente prefiere una antigüedad con televisión a otra sin ella? Además, las antigüedades que yo fabrico son más higiénicas.
- ¿Más higiénicas? – inquirí asombrado.
- Evidentemente. Mire usted por ejemplo esta momia egipcia, modelo AZ-567, que fabrico en celulosa. Puede usted instalarla con toda confianza en su departamento, con la seguridad de que está perfectamente desinfectada. En cambio una que viniese de alguna tumba faraónica… ¡Vaya usted a saber de lo que haya muerto! Convénzase usted: fabricación en serie, modernismo, utilidad, higiene… Siga estas normas en los Estados Unidos y se hará rico.
El periodista, escritor, humorista, guionista y diplomático Marco Aurelio Almazán (1922-1991) publicó esta historia en su columna humorística del periódico Excélsior, y luego la añadió a su libro Claroscuro (he tenido la 7a ed. de México: Jus, 1976), que vio la luz por primera vez en una edición del autor de 1967.
Lo más interesante de este relato es que hace mención no a una forma de coleccionismo, sino de consumismo: El comprador que busca un objeto con forma de antigüedad, de la época que sea, pero que cumpla dos requisitos:
  1. Que sea usable en la vida moderna.
  2. Que le sirva para exhibirlo como símbolo de cultura y refinamiento.
En este sentido, el concepto de antigüedad moderna que nos expone Almazán funciona conforme se puede observar en el siguiente gráfico:
Sentido de la antigüedad moderna, según el relato de Almazán
De esta manera, siguiendo las normas, considerando los símbolos que debe vehicular el objeto, y manteniedo los diseños antiguos se pueden fabricar de forma original antigüedades modernas, que incluso pueden ser de gran calidad. Al respecto, es preciso reiterar que este concepto de antigüedad moderna no corresponde con las nociones que llevan los coleccionistas.
No deja de ser curioso que todas estas ideas no funcionen para el libro, considerado como otro objeto, llegando incluso al punto de que un grabado o un ex libris que estén incluidos en un volumen tendrán un precio de mercado inferior que si los encontráramos sustraídos de ese volumen y ofertados por separado; o sea, como objetos sueltos.
Ni que decir de los facsímiles de los libros, que sólo en muy raras ocasiones podrán tener un valor igual o superior a su original.
Estas diferencias se podrán comprender mejor cuando reflexionemos sobre el posicionamiento y las valoraciones que el libro ha tenido a lo largo de la historia de la humanidad -tomando nota de que no se le ha considerado siempre como parte de la cultura material-, por lo que éste sigue siendo un campo abierto a la investigación y a las pasiones de todo tipo.

domingo, 4 de agosto de 2013

4. ORACIÓN DE UN BIBLIÓMANO

En 1921, siendo Miguel Artigas (1887-1947) el director de la Biblioteca de Menéndez Pelayo de Santander, en España, se publicó en el Boletín de esa institución un romance de 44 versos en 11 cuartetas con el título Oración de un bibliómano. Al final del texto, se agregó una breve descripción indicando que se trataba de un romance anónimo y sin título, que fue copiado de un cartapacio bilingüe que contiene distintas composiciones de los siglos XVII y XVIII, y que se encuentra en la referida biblioteca.
El texto de la Oración de un bibliómano es el siguiente:
Todo el amparo señora
de mi libro en tí le libro;
pues eres libro en quien Dios
enquadernó sus prodigios.
Si al que es vida le ceñiste
en tu virgen pergamino
ya libro eres de la vida;
vida has de ser de los libros.
El gran Autor con la pluma
del espíritu divino,
sobre tu papel intacto,
sacó su palabra en limpio
sin copia, por ser tu sola;
sin tinta, por ser arminio;
sin original obscuro,
y sin borrador delito.
Libro eres de cuenta, donde
el más estrecho juizio
siempre suma lo constante
pero nunca lo caído;
libro de memoria, siempre
para hacerme beneficio,
y en blanco, pues por tí Dios
mis culpas pone en olvido:
de Palma, o libro, tus hojas
en tu concepción las miro,
alla en tu parto azuzenas
y en tu soledad cuchillos.
Tu essención es privilegio,
tu tassa precio infinito,
general tu aprobación,
gloria el fin, gracia el principio
impresión estrellas, coma
la luna, punto el sol mismo,
rectas líneas, blanco margen,
luces letras, cielo estilo
y al fin concepción sin macula
es el título aplaudido
de tu libro, porque es Dios,
el concepto de tu libro.
O libro cerrado a culpas
y abierto a humanos gemidos;
borre un rasgo de tus gracias
las erratas de mis vicios.
En un artículo de Artigas, que fue publicado como parte de la antología titulada Docvmenta et scripta (Barcelona: Universitat de Barcelona, 1993), él califica este romance de extravagante y menciona que en el cartapacio que lo incluye se mira en repetidas partes el nombre del portugués Antonio Roiz de Brito, quien pudo ser el compilador y copista. No sabemos gran cosa de este sujeto, sólo que era natural de São Salvador de Sabadim, hijo de Francisco Roiz y María Brito, y que en 1767 casó con Ignez Ribeira de Lima.
Al comparar el texto manuscrito con su correspondiente transcripción para el Boletín encontramos que se dieron ciertas licencias al permitirse cambiar una palabra, la puntuación y acentuación, así como en el número de un sustantivo. Además, el título fue asignado al romance, pues como se había indicado carecía de alguno.
Podríamos disertar al respecto de por qué se le ha llamado Oración de un bibliómano. Quizá fuera por la referencia a los libros que hace el narrador, o por utilizar la metáfora analógica del libro con la Virgen María. En este sentido, es probable que la materialización de una entidad divina en la forma de un libro se pudiera prestar a una consideración de herejía, a menos que una fuerte pasión fuera la impulsora de esa idea, posiblemente una pasión maníaca, como la del bibliómano.
Haberle llamado Oración no resulta descabellado, toda vez que sigue en las cuartetas 1-7 y 11 la forma de las letanías lauretanas que se recitan en el rosario. Puede notarse esto si observamos que esas cuartetas tienen la siguiente forma:
Forma de las letanías en las cuartetas 1-7, 11
El conjunto de las cuartetas 8-10, en cambio, por su asunto pareciera que se trata de otro romance que describiera las partes del libro con ciertas características.
Culto en León
Al indagar un poco más sobre este romance encontramos que fue reproducido por el editor y librero Beltrán en su compilación titulada El libro y la imprenta (Madrid: Francisco Beltrán, 1931?) y en la antología De bibliomanía: Un expediente, que realizó Moreno Villarreal (Xalapa, Ver.: Universidad Veracruzana, 2006). En ambos, se siguió la transcripción que se hizo en el Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo, aunque a su vez se introdujeron pequeñas variaciones.
Con alguna sorpresa encontramos noticias del culto a una advocación de la Virgen María que no conocíamos, la de la Virgen de los Buenos Libros que se venera en la Real Colegiata de San Isidoro de León. Es público saber que la imagen tallada de esta Virgen fue realizada en el siglo XVIII y que la acompaña un romance español anónimo del siglo XVII, que resulta ser el mismo que se publicó en el Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo en 1921, incluyendo los cambios que se habían introducido con la transcripción del manuscrito.
Este culto se ha extendido a Valencia y Murcia, además de que una calle de Sevilla está dedicada a esta advocación. En Valencia, en el siglo XIX se ofrecieron a Nuestra Señora de los Buenos Libros los trabajos de la Asociación Pontificia y Diocesana de los Buenos Libros y Prensa Católica, que distribuía libros y revistas católicas en instituciones de beneficencia, cárceles y hospitales.
Los capuchinos de Murcia han promovido el patronazgo de esta advocación en favor de los estudiantes, los lectores y, sobre todo, de las escuelas de biblioteconomía y documentación. En su iglesia, tienen una estatua que realizó en 1976 el escultor murciano Juan González Moreno (1908-1996) para representar a Nuestra Señora de los Buenos Libros a partir del romance publicado en el Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo en 1921.
Estatua de González Moreno
Estos padres capuchinos describen la imagen del siguiente modo: "La imagen mariana, representada de pie y con los pies descalzos, es hierática, estilizada y majestuosa. El juvenil semblante queda enmarcado por partida cabellera de la que se escapa un afilado mechón que cae en suaves ondas sobre el pecho. Para romper un tanto la moderna verticalidad, el autor introduce cierto vuelo en la capucha hacia el lado derecho, así como ligeras curvaturas del hábito a la hora de cubrir el hombro izquierdo, aunque no llega a redondear del todo los contornos ni a jugar con los pliegues para no perder la concepción lisa y aristada de la figura.  No obstante, el elemento más novedoso de la composición lo constituye el libro que porta la Virgen entre sus finas manos, en alusión a su advocación, y del que emerge una candorosa figura de Jesús Niño desnudo para simbolizar la ejemplaridad de su contenido y la omnipresencia de Cristo en la vida de María, tanto en su designio divino de corredentora del pueblo cristiano como en los aspectos cotidianos de su existencia terrena".
Encontramos que este romance era conocido y comentado en el siglo XIX, pues lo menciona Francisco Cutanda en su discurso de recepción pública que dio en la Real Academia Española, donde también publicó partes del texto (Madrid: Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra, 1861). En esa ocasión, Cutanda atribuyó el romance al filólogo, traductor, versificador y epigramista Francisco de la Torre.
En la Biblioteca del murciano, que fue formada, dispuesta y compilada por José Pío Tejera y R. de Moncada (ed. de Madrid: García Enciso, 1941) encontramos que atribuyeron este romance al granadino-murciano Andrés Lozano Parreño y Navarro, indicando que se le podía encontrar al final de su Compendio historico chronologico geografico (Madrid: Antonio Pérez de Soto, 1756).
Al consultar este libro de Lozano Parreño y Navarro, encontramos el referido texto con el título Romance y dedicado por el autor a María Santísima de la Soledad. Más aún, todo el libro lo dedica su autor a esta advocación de la Virgen María.
Lo más interesante de todo este asunto es que el texto guarda estrecha correspondencia con el manuscrito que está en el cartapacio de la Biblioteca de Menéndez Pelayo; o sea, que ese manuscrito puede ser una copia del texto de Lozano Parreño y Navarro.
De esta manera, nada tiene que ver el romance con la bibliomanía y si con una metáfora analógica de la Virgen María, en su advocación de la soledad y transfigurada en libro. No obstante, jugaron un papel muy importante en su asociación con los libros, como parte de la tradición mariana, las licencias en la transcripción del Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo, sobre todo al cambiar el final del octavo verso, que en su original decía:
   vida has de ser de mis libros
y en el Boletín quedó:
   vida has de ser de los libros
A resueltas, no deja de ser todo esto una curiosidad para bibliófilos y para todos los interesados en las menudencias de la cultura escrita.

miércoles, 31 de julio de 2013

3. 90 AÑOS RECORDANDO A BEST MAUGARD

Montaje de imágenes de Adolfo Best Maugard
Hoy es un día para recordar, pues hace nueve décadas se terminaron de imprimir los quince mil ejemplares del Método de dibujo de Adolfo Best Maugard (1891-1964) en los Talleres Gráficos del Departamento Editorial de la Secretaría de Educación.
Esos ejemplares fueron repartidos en las escuelas primarias del centro del país para impartir las clases de dibujo como parte del proyecto de educación nacionalista de José Vasconcelos. Es de notar que esta propuesta había sido probada con anticipación en varias partes del país, incluso en Yucatán, donde en 1921 acudió el autor para mostrarlo y aplicarlo.
Edición de 1923.
Se trata de una obra interesante por varias de sus características, entre las cuales destacamos las siguientes:
  1. En la portada aparece el logo de la Universidad Nacional, aunque no se le menciona en las leyendas editoriales ni en el contenido.
  2. Propone un vocabulario gráfico con siete elementos basados en la tradición artística indígena, cuyo dominio a través de ejercicios puede llevar a realizar dibujos vistosos de gran calidad, de carácter figurativo y/o decorativo.
  3. Tiene un ensayo introductorio de José Juan Tablada, quien defiende al autor de los ataques que habían recibido él y su método.
  4. Concluye con un texto de Pedro Henríquez Ureña, quien explica brevemente el origen de este método de dibujo y por igual emprende su exaltación y defensa.
Habiéndose publicado el libro, se le presentó en una ceremonia el 6 de noviembre de 1923, aunque antes de esa fecha su autor salió del país al exilio en Estados Unidos, de donde volvió hasta 1925, cuando su método de dibujo se proscribió. Luego de su regreso, se hizo menos público su arte y tuvo esporádicas contribuciones a las artes gráficas, al diseño de escenografía y a proyectos educativos. No obstante, el Método continuó su existencia por dos vías:
  • A través de la influencia que tuvo en la obra de artistas plásticos como Abraham Ángel, Rufino Tamayo, Agustín Lazo Adalid y Miguel Covarrubias, entre otros.
  • Por la adaptación que hizo Best Maugard para su publicación en Estados Unidos en 1926 con la editorial A.A. Knopf, poniéndole el título Method for creative design. Esta obra se ha seguido publicando desde entonces hasta la última edición de la editorial Dover, del año 1990.
Best Maugard publicó además otros dos títulos en Estados Unidos:
1931: Draw animals!: Whithout previous training. New York: A.A. Knopf.
1936: The simplified human figure: Intuitional expression. New York: A.A. Knopf.
Cuando se cumplieron cuarenta años de que el Método vio la luz, los amigos del autor concibieron como una necesidad el volver a publicarlo, para lo cual se ideó hacer una nueva edición que saldría bajo el sello de la Editorial Viñeta, misma que se estableció pensando iniciar con esta obra.
Esta segunda edición tuvo una tirada de cinco mil ejemplares realizados en los Talleres de la Editorial Frumentum, en los que se agregaron a la obra original los siguientes elementos:
  • Una introducción del artista Alfonso de Neuvillate.
  • Una fotografía en blanco y negro del autorretrato que se hizo Best Maugard en 1923.
  • Otros dos dibujos pintados con color para ejemplificar el método.
  • Una nota de pésame por el fallecimiento del autor antes de terminar la impresión de su libro. Él murió en Atenas, Grecia, el 25 de agosto de 1964 y la impresión concluyó hasta el 15 de octubre siguiente.
Edición de 1964.
Como consecuencia de la muerte del autor, la editorial cerró, distribuyendo apenas algunos ejemplares, y no volvió a publicar cosa alguna.
Pasaron casi otros cuarenta años para que se pensara en volver a publicar el Método de dibujo, pero esta vez se decidió introducirle algunos cambios para hacerlo usable en la educación artística actual. De esta manera, en el año 2002 vio la luz la publicación bajo el sello de Ediciones La Rana, que a través de los Talleres Gráficos del Gobierno del Estado de Guanajuato imprimió 1,500 ejemplares bajo la conducción de Margarita Godínez, Héctor Hernández y Tonatiuh Mendoza.
En esta ocasión, se utilizó un tipo de letra más grande, se dividió el contenido agrupando los 13 dibujos coloreados de la edición de 1923 en un segmento que sirve como una división entre el texto expositivo y los ejercicios, además de que se suprimió la parte de aplicación a trabajos manuales. Como un complemento, se agregó en un disco compacto la adaptación del método para computadora, realizada por el artista estadounidense James Metcalf (1925-2012), quien en los años setenta fue promotor del Método entre los pobladores de Santa Clara del Cobre, Michoacán.
Una última consideración que haremos es referente a la crítica que recibió el Método por parte de Diego Rivera, Xavier Villaurrutia y Karen Cordero Reiman, que abreviamos en los siguientes enunciados:
  • Es una taquigrafía para dibujo ornamental.
  • Es una taquigrafía del arte popular mexicano.
  • Es absolutamente inadecuado para desarrollar el instinto y la imaginación del niño, pues no hace sino aprisionar su personalidad dentro de nuevos moldes.
  • Es una pesca, una revisión de algo muerto.
  • Su mérito es que es una curiosidad.
  • A menudo, la ingenuidad de unos ojos sin pasado pictórico produce una obra deliciosamente atractiva, milagrosa podríamos decir ya que, como el milagro, es el fruto de nada.
  • Es una obra positivista de la mestizofilia nacionalista que se impulsó en México.
Edición de 2002.
No obstando lo fuertes que puedan parecer estas apreciaciones, todos los intelectuales que han considerado el Método alaban su aportación y su influencia a la cultura mexicana.
Para cerrar esta nota conmemorativa, indicamos a continuación las referencias bibliográficas de las tres ediciones de esta obra de Adolfo Best Maugard:
1923: Método de dibujo: Tradición, resurgimiento y evolución del arte mexicano. Textos de José Juan Tablada y Pedro Henríquez Ureña. México: Departamento Editorial de la Secretaría de Educación.
1964: Método de dibujo. Introd. Alfonso de Neuvillate. Textos de José Juan Tablada y Pedro Henríquez Ureña. 2a ed. México: Viñeta.
2002: Método de dibujo: Tradición, resurgimiento y evolución del arte mexicano. Textos de José Juan Tablada y Pedro Henríquez Ureña. Guanajuato: Ediciones La Rana.
Best Maugard, María Luisa Cabrera de Block, Frida Kahlo y Chavela Vargas.

jueves, 25 de julio de 2013

2. PILTSINTLI


Foto de Susana Gascón
Desde hace algunos años, colecciono libros sobre gráfica o asuntos que tienen que ver con los niños de México. Mi colección es bastante incompleta, pero me sirve para comprender día a día la paradójica situación de los infantes en este país, que llega a la extravagancia en el texto introductorio de Cecilia Occelli, cuando fue la primera dama de México, para el libro Nuestros niños: Herencia mexicana (México: DIF, 1992). En una parte de su texto, Occelli apuntó lo siguiente:
"En México, al igual que en muchas naciones del mundo, existen niños con carencias y conflictos. Niños que acarrean agua en baldes sobre sus hombros, niños que son inducidos a cometer delitos contra la salud, niños maltratados por su familia o por la sociedad, niños desamparados, víctimas de las culpas ajenas, niños que mueren en la calle o en hospitales por desnutrición. También hay niños que lo son realmente: Ríen, cantan, corren o echan a volar su imaginación sintiéndose los héroes o recreando en su mente el entorno de las historias infantiles. Niños que asumen los compromisos propios de su edad, como el del estudio. Niños felices, bien alimentados, atendidos, sanos, amados. Como éstos debieran ser todos los niños del mundo".
¿Niños que lo son realmente? Antes de 1976, en México se publicaba sobre los niños para referirse, de manera preceptiva, a su educación, su higiene y su salud. En esa época, el niño también era considerado como un ícono del arte, por lo que así fue retratado en el folleto de la UNAM El niño en la plástica mexicana: De los tiempos precolombinos a nuestros días (México: Galería Universitaria Aristos, 1963) y en el volumen monográfico de "Niños Mexicanos" de Artes de México (México: Revista Artes de México, año 17, no. 129, 1970).
Cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó en 1976 que 1979 fuera el Año Internacional del Niño y la Organización de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) quedó encargada de animar la participación de los países del orbe, la reacción en México fue lenta, de modo que las producciones bibliográficas se dieron justo habiendo pasado el año dedicado. Así, en la bibliografía nacional encontramos las siguientes primeras publicaciones:
1980: Peñafiel, Manuel. Niños de México. Introd. Carlos Monsiváis. México: IMSS, c1979.
1980-1982: Comisión Nacional para el Año Internacional del Niño. El perfil del niño mexicano. México: La Comisión.
1981: Niños. Proyecto y real. Francisco Reyes Palma, Patricio Valdés, Mariana Yampolsky; foto. Jesús Sánchez Uribe. México: SEP, CONAFE; FONAPAS.
1983: Estudios epidemiológicos sobre desnutrición infantil en México, 1900-1980. Comp. Juan Rivera Dommarco y Esther Casanueva. México: IMSS, c1982.
Óleo de Jesús Guerrero Galván
En estas primeras obras se mira al niño a través de un gran corpus de fotografías -a diferencia de las miradas desde la pintura, el grabado y la escultura que predominaban antes-, además de que se coleccionan datos sobre su salud, educación y situación familiar. Sin embargo, esta etapa duró poco, pues luego de estos trabajos seminales se dio un vacío en la producción bibliográfica que correspondió a toda la presidencia de Miguel de la Madrid Hurtado, quizá porque el tema se vio opacado por la tremenda crisis económica que vivimos en nuestra nación.
Al iniciar la presidencia de Carlos Salinas, comienzan a aparecer otras obras referidas a la infancia mexicana, de lo cual es ejemplo la aludida supra con la presentación de su esposa Cecilia Occelli. Otras aportaciones que se publicaron a partir de entonces y hasta el fin del milenio abordaron al niño desde los derechos humanos, la estadística y la historia. Una muestra es la siguiente:
1990: Memorias del Foro El Niño: Realidad y fantasía. Comp. Alicia Elena Pérez Duarte. México: Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Comunicación Cultural.
1991: Los niños de México. Presentación Alfonso Noriega; foto. José Pablo Fernández Cueto; pról. Silvia Molina; textos Luis Geller. México: Fernández Cueto Editores.
1993: Los niños en México. Aguascalientes, Ags.: INEGI.
1996: Alcubierre, Beatriz; y Carreño King, Tania. Los niños villistas: Una mirada a la historia de la infancia en México, 1900-1920. México: Secretaría de Gobernación, INEHRM.
1998: Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática. Infancia y adolescencia en México. Aguascalientes, Ags.: INEGI; Instituto de Cultura para la Prevención de la Violencia en la Familia.
Llegados a este punto, es importante comparar dos textos introductorios que tuvieron un mismo autor, que fue Alfonso Noriega Cantú, quien en el número monográfico de Artes de México (1970) escribió lo siguiente:
"Para hablar de los niños, en la forma escrita, se necesita... encontrarse, como cuando el creyente va a comulgar, en estado de gracia purificar la pluma y abrir el espíritu a las regiones más limpias y más puras de este pobre mundo en que vivimos y, para hacerlo mediante la expresión gráfica, es necesario, imprescindible, la virginidad espiritual que es raíz y esencia del arte".
En Los niños de México (1991) se publicó el siguiente texto póstumo de Noriega:
"Un niño es un gran misterio, un extraordinario enigma, un reto al futuro. Hablar de los niños es enfrentarse con el más delicioso misterio de la naturaleza, con el más tierno enigma de la creación".
Foto de Lorena Campbell
Ambos textos son iluminadores del problema que parece haber en México para hablar y reflexionar sobre sus niños sin proyectarse inmediatamente hacia los extremos del infantilismo o la conmiseración.
Con el cambio del milenio,  lentamente se incrementó la bibliografía y se conformaron los temas principales en torno a los niños, como puede verse a continuación:
2001: Infancia: Fotografías de niños mexicanos. Pról. Vicente Quirarte. México: CONACULTA, Dirección General de Vinculación Cultural y Ciudadanización; Eds. Corunda.
2005: Jóvenes y niños: Un enfoque sociodemográfico. Coord. Marta Mier y Terán, Cecilia Rabell. México: Cámara de Diputados, LIX Legislatura; UNAM, Instituto de Investigaciones Sociales; FLACSO; Miguel Ángel Porrúa.
2006: Castillo Troncoso, Alberto del. Conceptos, imágenes y representaciones de la niñez en la ciudad de México, 1880-1920. México: El Colegio de México, Centro de Estudios Histsóricos; Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora.
2006: Los niños: Su imagen en la historia. Coord. María Eugenia Sánchez Calleja, Delia Salazar Anaya. México: INAH.
2007: Estudios sociales sobre la infancia en México. Coord. María de Lourdes Herrera Feria. México: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
2007: Meyer, Eugenia. Niños de ayer, niños de hoy. Il. Margarita Sada. México: CONACULTA, Dirección General de Publicaciones; Random House Mondadori; INAH; Lumen.
Foto de Ruth D. Lechuga
2008: La infancia en los siglos XIX y XX: Discursos e imágenes, espacios y prácticas. Coord. Antonio Padilla Arrollo [sic]... [et al.]. México: Universidad Autónoma del Estado de Morelos; Casa Juan Pablos.
2008: Niños y adolescentes: Normas y transgresiones en México, siglos XVII-XX. Coord. Delia Salazar Anaya, María Eugenia Sánchez Calleja. México: INAH.
2009: Niñez migrante, trata y explotación infantil en México: Temas emergentes en la agenda nacional. México: Comisión Nacional de Derechos Humanos; UNICEF.
2010: Rocha Pérez Hugo; y Corona Caraveo, Yolanda. Niñas y niños hacia la democratización familiar en México. México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora.
2010: Sosenski, Susana. Niños en acción: El trabajo infantil en la ciudad de México, 1920-1934. México: El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos.
Notamos aquí una creciente preponderancia del abordaje histórico al referirnos a los niños, seguido de los tratamientos desde las ciencias sociales y, en menor medida, desde las artes. La primacía de estos temas quizá se deba a que los asuntos que tienen que ver con los niños primero deben reconocerse en el devenir de nuestra propia historia.
Por supuesto, nos interesa agrandar nuestra colección, por lo que esperamos conocer más producciones bibliográficas de nuestro país en la materia, sobre todo de la situación de los niños, de hoy y de antes, en las regiones del interior.

jueves, 11 de julio de 2013

1. LA EDITORIAL SIN BOTAS

Hace varios años, cuando trabajé en la Hemeroteca Nacional, mi entonces compañera Guadalupe Landa me comentó su interés por realizar algún día una investigación bibliográfica sobre la editorial Botas, pues, como me dijo entonces, sigue siendo un gran misterio: Uno de esos misterios con un carácter casi de secreto de Estado.
Al aproximarme a los productos de esa editorial, me ha llamado mucho la atención, como yucateco que soy, la cantidad de autores peninsulares que ha publicado esa casa editorial, y en particular un libro de Ricardo Mimenza Castillo (1888-1943), sobre los templos redondos de Kukulcán, que vió la luz primera en 1938.
Más tarde, he tenido la ocasión de leer lo que escribieron sobre esa empresa Juana Zahar, Marco Fabrizio Ramírez Padilla y Marina Garone, entre otros que también han hecho mención.
A partir de esta indagación, en general podemos describir esta editorial con las siguientes características:
1) Inició en 1905 o 1906 como librería, luego de una venta de libros que hizo como favor quien sería su impulsor primero, don Andrés Botas.
2) En 1910 o 1911, comenzó a funcionar como casa editorial. Fue la primera en México que no cobraba a sus autores para publicarles, sino que los escogía. Según el historiador Ramírez Padilla, el primer libro publicado pudo ser ¡Crimen monstruoso!, del empresario y periodista Ramón P. Buxó, que data de 1911.
3) En 1916, don Andrés pasó la administración a su hijo Gabriel, quien se mantuvo al frente hasta los años 50.
4) El fondo editorial llegó a conformarse con cerca de tres mil obras de autores mexicanos y extranjeros. Su período de mayor esplendor fue entre los años 30 y 50. Al término de la década de los años 50, las producciones se fueron espaciando cada vez más, quizá porque sus principales éxitos los estaban reeditando otras casas editoriales.
5) Entre 1941 y finales de los años 50, publicó las obras de los ganadores del Premio Lanz Duret del periódico El Universal.
6) Las cubiertas de sus libros muestran el interés que puso esta editorial en el trabajo de diseño gráfico. Al respecto, se puede revisar el catálogo de 149 portadas de Botas que tiene en la red la biblioteca de la Universidad de Nuevo México en la siguiente dirección: http://content.unm.edu/cdm/search/collection/botas.
7) Sus tipografías van de lo geométrico a lo caligráfico, en lo cual pudo haber influido, de alguna manera, que la editorial trabajó con varios talleres de impresión.
8) Como elemento de identidad, tuvo al menos cuatro logotipos y un ex libris.
9) Hay evidencias de que el trabajo editorial y de impresión tenía algunas diferencias dependiendo de que un título se publicara a la rústica o en pasta dura. Estas diferencias se notan en los papeles de impresión, en los colores y con los acabados.
10) Publicó varios catálogos de sus publicaciones, así como de libros que vendía en su librería. Entre los conocidos están los siguientes:
1909: Andrés Botas, and Booksellers Firm. Catálogo general de "la exposición literaria", librería de Andrés Botas: esencialmente literaria y de obras científicas. Este catálogo anula los anteriores. México: Vergara número 10.
1919: Librería de Andrés Botas e Hijo. Bibliografía: boletín de la Librería de Andrés Botas e Hijo. México.
1928: Librería Andrés Botas. Andres Botas book sale catalog. México: Librería de Andres Botas.
1936: Ediciones Botas. Catálogo de las Ediciones Botas. México: Ediciones Botas.
1944-1945: Ediciones Botas. Ediciones Botas book sale catalog. México: Ediciones Botas.
1956: Ediciones Botas. Catálogo de precios. México: Eds. Botas.
1958: Librería Andrés Botas. Catálogo de libros de autores mexicanos y de libros impresos en México. México: Andrés Botas.
En 1968, con la muerte de Gabriel Botas se cerró una etapa de la editorial y cada vez fueron más esporádicas las nuevas publicaciones. De esta manera, hasta dos décadas después se dió un viraje hacia la publicación de obras consideradas de más interés para nuevos públicos.
Hace cerca de 10 años, la librería de Botas dejó sus instalaciones de la calle de Donceles, en el Centro Histórico de la ciudad de México, y se traslado al Sur de la ciudad, en la Avenida Taxqueña. En este sitio, aún quedan algunas obras correspondientes al final de su mejor  época.
Todavía falta hacer la bibliografía completa de esta editorial, con lo cual tendríamos, junto con el Catálogo histórico, 1934-2004 del Fondo de Cultura Económica, otro buen punto de observación para contemplar la variedad y la riqueza cultural del México del siglo XX.
En el cuento que Perrault recopiló en el siglo XVII, tenemos que un gato calzado con botas ayudaba a su amo a salir adelante de una manera que hoy consideramos éticamente dudosa. Este relato nos viene a cuento para comprender lo que ha ocurrido con esta editorial cuando ha querido ayudar a la Cultura Nacional para darle realce y publicidad, a fin de encumbrarla como una reina. En el camino, ha perdido las botas, y ahora no convence de sus intenciones por lo que requiere la ayuda de los bibliófilos, de los bibliotecarios y de todos los interesados en su ama Cultura.